jueves, 31 de julio de 2014

Recuerdos de la Escuelita Zapatista en Chiapas.





“Como el caracol que a veces se muestra y a veces no, es un espiral que crece y se hace pequeño a la vez; avanza, lento pero avanza, puerta y ventana del mundo”. Eso somos, dice el compa Salomón mientras comemos un poco de frijoles y arroz. Afuera hace frío y la neblina ahora nos abraza. En medio de la selva, alejados totalmente del resto de mundo se ha construido un mundo aparte, una realidad diferente en donde la autonomía se vive día a día.
El 24 de diciembre de 2013, saliendo de San Cristóbal, después de más de 5 horas de camino entre las montañas llenas de curvas, neblina y lluvia, en un camión de redilas, con el cuerpo congelado pero el corazón bien calientito, llegamos al caracol que nos recibiría, éramos aproximadamente 290 alumnxs de la escuelita zapatista que íbamos al caracol Roberto Barrios. Cuando el camión se detuvo el dolor de espalda y la incomodidad del cuerpo desaparecieron al ver frente a los camiones que nos trasladaban  a los compañeros bases de apoyo Zapatista, esperaban nuestra llegada, a media noche en medio de la neblina y la lluvia gritaban con sus pasamontañas llenos de rocío nocturno: ¡VIVA EL EJERCITO ZAPATISTA DE LIBERACION NACIONAL! , ¡VIVAN  LAS JUNTAS DE BUEN GOBIERNO¡ En ese momento la historia, los reportajes en los periódicos, las notas en la televisión, las discusiones sobre el zapatismo, las lecturas, los debates; desaparecieron, dejaban de ser algo irreal, algo lejano para convertirse en una experiencia de vida.  Ver con mis propios ojos y con cada uno de mis sentidos un mundo diferente, un mundo donde cupimos y cabemos muchos mundos. Lo que los medios de comunicación muestran es una mínima idea de lo que es el movimiento.
Mientras yo escribo y tú lees esto, ellos se mantienen ahí , resistiendo en medio de la selva, comiendo arroz, frijoles, fruta, todo lo que la tierra les da, por eso es que la quieren tanto, cada día se levantan tempranito a cuidarla, a ver que le hace falta, porque si no la cuidan no comen, ellos no van al oxxo o al supermercado a comprar, ellos no “mueren” sin internet,  a ellos no les preocupan los comentarios de Facebook;  al contrario, caminan largas distancias para comunicarse unos con otros, ocupan su tiempo en convivir con su familia, en hacer las tareas necesarias en la casa y en la comunidad.
Esa es la verdadera resistencia, el mantenerse ahí, en la tierra que les heredaron sus padres, la tierra que cuidan, negándose a ser gobernados por un estado que no les toma en cuenta y que ha querido exterminarlos desde hace mucho tiempo. Han sido perseguidxs, desplazadxs, amenazadxs, secuestradxs, torturadxs y asesinadxs. A don Salomón le tocó estar desde el inicio del levantamiento, aún no puede conciliar bien el sueño, “hay que estar atentos por los paramilitares”, dice.
Observo los dos mundos, las dos realidades, nos observo en la “lucha” en la “resistencia” dando likes en Facebook y firmando peticiones de apoyo, marchando y pegando carteles, pero hace falta más que eso, hace falta una verdadera consciencia, preguntarnos quizá si de verdad se trabaja por el cambio que tanto gritamos, para hacerlo se necesita voluntad, accionar la voluntad, creer y crear juntxs esa nueva realidad (tal vez no como la de ellxs, lxs zapatistas, ellxs ya tienen la suya allá en su realidad), tomar un poco más de fuerza, llevar a cabo todas esas ideas que muchas veces se quedan solo en la cabeza, trabajarlas, hacerlas, vencer la apatía, el conformismo, la ignorancia, la estupidez y la mediocridad, trabajando nuestra voluntad para dejar de consumir aquello que es innecesario, regresar a las bases, las raíces, voluntad para evolucionar en pensamiento y en relaciones, voluntad para pensar en todxs y no solo en mí. Trabajo y voluntad hasta que la vida la podamos vivir libremente.

domingo, 27 de julio de 2014

Luchamos por una sociedad libre de toda explotación, discriminación y dominación de unxs sobre otrxs, por la democratización en todos los niveles y desde lo más profundo del tejido social; proponemos un consciencia permanente de nuestras acciones y palabras, con la finalidad de darnos cuenta de las contradicciones que emergen de las relaciones sociales y políticas en la que nos vemos inmersos. 

sábado, 26 de julio de 2014

Del TPP a la Lucha Autónoma.


“Si no hacemos lo imposible
habremos de afrontar lo inconcebible”

I. Que el miedo cambie de bando.
Lo que hacemos como colectivo no se manifiesta como una serie de episodios, sino más bien como un continuum, un flujo que debería ser abordado de una manera estratégica y sobre todo como una oportunidad para evidenciar que bajo la normalidad democrática o la falsa paz social subyacen relaciones de conflicto, de lucha, una verdadera guerra social. Es cierto que hasta ahora la situación no se ha tensionado, aunque parezca que las condiciones están dadas para que eso suceda, que la explotación, la represión, la opresión y la dominación fluyen con el status quo; sin embargo, esto no quiere decir que no se pueda intervenir y presentar en su momento variaciones en esta normalidad.
Claro, no somos totalmente ajenos a la determinación de las situaciones –una multitud adormilada, falta de esclarecimiento de lo que sucede, escasez de recursos etc.-; no obstante, hay un espacio, una coyuntura, que como minoría activa y con principios elaborados podemos aprovechar para organizar la solidaridad necesaria que pueda en su momento emprender una lucha real.
Esta oportunidad, pienso, es la llegada del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) y su interés de que en Mexicali se realice una audiencia a nivel regional. Esto resulta interesante no solo por la posibilidad de hacer evidentes las distintas problemáticas que hay en la ciudad o en el estado, sino porque puede enlazarnos con otros actores que ya se encuentran en resistencia y presentar a las redes de poder en la región -cómplices y participes de redes mayores- una temporada que no olvidaran.

II. La política no es sino la continuación de la guerra por otros medios.
Si debemos reconocer algo del adversario es que nos ha vencido, si debemos de reconocerles algo es que han llevado la lucha al espacio que les conviene, al terreno en el que pueden vencer fácilmente, administrar el descontento, transformarnos en un cifra y en su momento recuperar la rabia para mandarnos al anonimato y proseguir así, con una relativamente pacifica reproducción del sistema.
No hace falta remitirnos a la historia para evidenciar en que momento sucedió esto, no hace falta tampoco enumerar los pocos espacios liberados que existen en el mundo. Basta con mencionar que el desafío que se nos presenta como generación es el de afrontar la devastación total, la desposesión total de los bienes, la mercantilización de la vida y la cosificación de todas nuestras relaciones, entre otras cosas que ya llevamos a cuestas en el espíritu -en el sentido que se quiera-.
Para México, 1917 y la constitución representan el esquema de un poder que se manifiesta a través de la opresión y el contrato, una prórroga de la explosión revolucionaria de 1810 y 1910, por el triunfo de la política, un guerra silenciosa que gestiono la desigualdad por medio de instituciones y prerrogativas cedidas a los vencidos bajo el discurso de un nacionalismo revolucionario.
Pero esta prórroga no podía ser eterna, ni a nivel nacional ni global, si la guerra inicio por las ansias de enriquecimiento de unos cuantos sobre las mayorías, esta se evidencia de nuevo con la embestida de los capitalistas bajo la bandera neoliberal. Las elites lo saben, por lo tanto se equipan con modernos aparatos represivos; solo falta que los excluidos de esta orgia abominable se den cuenta que desde hace tiempo les han declarado de nuevo una guerra que solo se había encubierto bajo la máscara civilizada de la política. La cual, hasta el momento no ha sido sino el arte de disciplinar y controlar -sutil o violentamente- a las masas para dominarlas.
Si en algún momento los excluidos intentaron disputar el poder político a las clases dominantes, hoy queda de manifiesto que dicho camino siempre estuvo errado y que hoy más que nunca este se encuentra clausurado.
Si una nueva política habrá de manifestarse, esta será la de la autonomía, esta será la de ruptura completa con este modo decrepito de vida y a su vez la organización de la solidaridad en busca de un nuevo poder colectivo que se exprese directamente desde la responsabilidad individual hasta la conformación de cuerpos autónomos. Pero esto solo será resultado de un proceso ya en marcha, de una política que prefigure hoy la organización social del mañana.

III. La relación con y contra el poder no es jurídica sino de lucha.
Las reformas neoliberales de EPN y compañía, aplicadas igualmente en muchas partes del mundo bajo los auspicios del FMI, OMC y BM, y publicitadas por las redes de comunicación masiva como grandes panaceas, son reestructuraciones en el contrato mediador –nueva leyes, reformas a la constitución- con los oprimidos. Es decir, se intenta legitimar una dominación con un pacto reformado que garantice un modo de gobernar en un entorno global, el cual se caracteriza por asegurar la tasa de ganancia y la acumulación de riquezas por las elites, sin importar desposeer y contribuir a la precarización en la existencia de las mayorías, ni el inminente colapso ambiental que se avecina.
Esto no podría efectuarse sin una represión sistemática de las resistencias que surgen ante este proyecto, una guerra que ya se pone de manifiesto ante una supuesta paz socavada por una lucha que nunca termino, y que de igual forma se exterioriza como un conflicto frontal que como un sutil control social y mental.
Esto último evidencia el hecho de que bajo la forma de gobierno y los deseos capitalistas subyacen relaciones de carácter belicoso; son ellos contra nosotros, y casi nunca nosotros contra ellos.
Para los de arriba y para muchos de los de abajo es el derecho que legitima al gobierno su monopolio de la violencia, lo que otorga carácter de “verdad” a su dominación, aquello que los presenta como moralmente capacitados para accionar a voluntad sobre el resto, aunque esta creencia no sea más que una prostitución de la vida y la razón.
Ese es su terreno, por lo tanto la crítica al poder no se encuentra en la crítica a la efectividad de la legislación, sino en la imposibilidad y destrucción de lo que permite este modo de ejercer el poder. Se trata de destruir la lógica que posibilita la dominación, no en términos de soberanía del ejercicio del poder a partir de las leyes, sino de lucha y ejercicio directo y autónomo de un poder social.

IV. La estrategia y la logística como articulación de la lucha.
Si bien es cierto, no debemos esperar a que las grandes cantidades aparezcan para efectuar una lucha y presentar resistencias ante lo que creemos una injusticia, también es cierto que los números están presentes desde el momento que aparece un deseo especifico de lucha.
Estos números que devienen sujetos tienen capacidad propia de establecer los parámetros y los términos de la lucha que deseen. Lo sabemos, la esencia de la autonomía y la autogestión debe presentarse en todo momento, mientras esto sea así podemos estar seguros de que nuevas condiciones materiales de vida y relaciones auto organizadas y autorreguladas se están desplegando.
Si tenemos razón, todo esfuerzo por establecer una estrategia a priori y sobre la voluntad de un movimiento social inexistente no solo es estéril, sino también la posibilidad de que surja una minoría alejada de las condiciones concretas de la lucha.
No obstante, al concebirnos como una maquina inherente a las luchas con una visión revolucionaria específica, debemos de antemano saber que debemos impulsar  en los hechos, las pautas de acción que conecten la reivindicación particular de la acción colectiva con el hecho revolucionario concreto. ¿Cómo? Solo el dialogo y el análisis meticuloso de las condiciones puede darnos la respuesta.
Cualquiera que sea el rumbo elegido, debemos puntualizar que dos elementos se vuelven indispensables en este momento; por un lado la logística, que nos permite comprender como efectuar un movimiento efectivo de la participación y relación externa de los recursos y números comprometidos. Y por el otro, la estrategia, como una habilidad interna de entrelazar y sobrellevar una lucha entre los componentes del propio movimiento.
Los principios de autonomía y autogestión dictan la participación directa de los integrantes de un movimiento, por lo cual, se hace indispensable otra manera de abordar y enfrentar al adversario, algo que debe iniciar dejando de lado todo intento de representación de una minoría sobre la totalidad en lucha.
V. Lucha ficticia o lucha real.
Siendo críticos con nuestro propio accionar esta abordaje estrategico ha estado del todo ausente en nuestra actividad en la Asamblea y también ahí donde aún no nos atrevemos a intervenir, ya sea por apatía, tiempo o por secundar la opinión del compañero o la compañera más participativa.
Por el contrario, ciertas opiniones y agenciamientos totalmente reformistas y minoritarios han prevalecido sobre  nuestra visión autonomista y presuntamente revolucionaria, orillándonos a posicionarnos en el terreno de lo aparente, en el desarrollo de una lucha parcialmente ficticia, por lo menos en lo que respecta a la acción.
Si bien el tema ambientalista sobre el que se desenvuelve la Asamblea por el Rescate Socio-ambiental se nos presenta superficialmente como un hecho que excluye otras reivindicaciones, esto no es sino el resultado de la falta de un análisis meticuloso de los daños colaterales del accionar capitalista y gubernamental y, de la falta de un planteamiento estratégico y logístico de la lucha.
Debemos cuestionarnos si el terreno sobre el que muchos de los compañeros de la Asamblea han decidido delimitar la lucha corresponde con lo que queremos y si esto no es así, preguntarnos porque razón nos circunscribimos a participar en los parámetros que otros están estableciendo. Debemos preguntarnos si nuestra lucha concreta está contribuyendo al esclarecimiento de la conciencia de la multitud, no a partir de darnos a conocer con logos dentro del espectáculo de los mass media o las redes sociales, sino más bien a partir de acciones concretas que ataquen la realidad presente.
Preguntémonos también si con lo de la Asamblea no nos hemos enclaustrado en un pequeño grupo donde realizamos el clásico estira y afloja de la política burguesa, es decir, una administración de ínfimas cuotas de poder dentro de un movimiento que de no tomar un rumbo distinto puede darse por muerto.
Pareciera como si constituido nuestro grupo minoritario de trabajo dentro de la asamblea solo quisiéramos orbitar en torno a este pequeño centro de poder, que por lo demás no representa nada. Es cierto que la posición hegemónica, la falta de imaginación y experiencia, y el plan trazado de antemano por algún compañero debilitaron la cohesión y nos hizo perder un tiempo adecuado para establecer las pautas de una lucha real. También es cierto que en lo sucesivo se presenta una oportunidad inmejorable de reconducir la lucha, no solo a partir de las afectaciones ambientales, sino también para hacerla extensiva a otras resistencias.
El Tribunal Permanente de los Pueblos es esta posibilidad, pero no solo como una oportunidad para participar de manera acrítica y en los términos que plantean los compañeros que ponen su fe completamente en lo que se pueda lograr a partir de dicha herramienta, sino en el abordaje y la utilización estratégica de esta situación con vistas a organizar la solidaridad y tensionar la conflictividad ante un escenario global y nacional tan agitado; atacando claro, las formas en cómo se expresa esta tensión a nivel local.
Pero este ataque debe tener una idea de que medios y dispositivos prefiguran la autonomía para ser empleados en la lucha, y no dejar nada para otro día en el entendido de que a alguien más se le ocurrirá. Comprendamos que en el sentido en que exista una idea para ser expuesta a la totalidad, en ese sentido habrá más aportes para su enriquecimiento.

VI. Concordancia entre medios de lucha y fines de lucha: radiografía al TPP.
La lucha por la autonomía como ruptura frente al estado de las cosas, solo puede ser posible si de antemano planteamos las luchas en términos autónomos, no solo como finalidad sino como método de acción que logre romper con la recuperación, la dominación y la subyugación de las luchas de los excluidos, no solo por parte de los aparatos del estado, sino a su vez de la mentalidad estatista.
Es de resaltar que el TPP se erige como un tribunal de “carácter ético” que pretende suplantar al estado en la incapacidad que este presenta muchas de las veces en impartir y despachar justicia conforme a derecho. Ellos mencionan que se han constituido porque muchas de las veces el estado y el derecho se han puesto al servicio de intereses privados y se han convertido en instrumentos de opresión.
Ante esto surgen dos preguntas ¿no es el estado y el derecho una serie de dispositivos de opresión de una minoría con claros intereses para mantener una hegemonía sobre la mayoría y para que funcione la sociedad tal y como la conocemos? Y la otra ¿los excluidos en su búsqueda de autonomía y en la experimentación de autogobierno necesitan un mediador que le otorgue el carácter de “ético” a su sed de justicia?
Pues bien ante estas preguntas y salvo otra opinión,  creo que se ha evidenciado que el estado es un instrumento de dominación de procedencia totalmente bélica; que por un lado, al garantizar una pseudo paz otorga derechos a partir de un contrato y mantiene dicha paz solo a expensas de suprimir cualquier acto de rebelión. Y por el otro, el estado siempre se encuentra dispuesto a pasar a la represión y la guerra directa contra la rebeldía, cualquiera que sea su procedencia. Claro, la educación y los medios masivos se han encargado muy bien de que asumamos que el estado es el único ente moralmente apto para aplicar cualquier grado de violencia ante los sediciosos, etiqueta que ya de antemano excluye del conjunto social y aminora la legitimidad del contenido de las propias reivindicaciones.
Aun y con todo debemos decirlo con toda nuestra rabia, QUIENES LUCHAMOS NO NECESITAMOS QUE NADIE NOS DIGA SOBRE LA LEGITIMIDAD DE NUESTRA BUSQUEDA DE JUSTICIA.
Si esto es así, si se presenta como argumento válido para la construcción autonómica de nuestra lucha tal vez surja la pregunta ¿por qué ver al TPP como una oportunidad para organizarse? Pues bien, en una sociedad onanista que gusta por prostituir el intelecto a veces hay que jugar el papel de proxeneta y exhibir un poco al cliente.
Afrontémoslo el TPP es una simulación jurídica que aunque puede servir de oportunidad para plantear una lucha real y organizar la solidaridad popular en la búsqueda de justicia, el mecanismo debe ser analizado si es un método factible en la búsqueda de autonomía o si por el contrario esto no constituye más que una recuperación de la lucha.

VII. Justicia popular y TPP.
En México se han cometido demasiadas injusticas, no de hoy sino de hace mucho tiempo, ante lo cual han surgido distintas manifestaciones de justicia popular. Si realmente creemos en la autonomía tenemos que señalar que estas manifestaciones son tan legitimas como cualquier otras, solo por ser expresión de una multitud auto organizada que decidió en su momento tomar dicho camino justiciero. Es precisamente en dicha auto organización donde reside la capacidad de romper con cualquier tutela externa para tomar sus propias decisiones, para construir su propia autonomía.
Ahora, debemos preguntarnos si la forma del “tribunal” puede considerarse expresión de la justicia popular, o si por el contrario no es parte de una lógica estatista que busca gestionar la justicia desde la simulación de un aparato de procedencia -en su forma y contenido- netamente gubernamental y de carácter burgués.
Es de resaltar, como históricamente los dispositivos jurídicos surgen bajo la visión pequeño burguesa carente de derechos, como históricamente la función del tribunal es mediadora y como esta función y dispositivos se supeditan a la ideología moral (transformada en leyes civiles) de las clases dominantes.
Si bien, la justicia popular se ha expresado en múltiples ocasiones de manera imperiosa, cruel, sangrienta y de forma recurrente despachada desde las calles con insurrecciones, motines y todo acto sedicioso; debemos decir, que todo esto  representa el principal temor de la sociedad  burguesa, la cual ha inventado en su momento la forma del tribunal para aislar las expresiones autónomas de justicia del pueblo, por considerarlas moralmente invalidas y para reforzar así su carácter tutelar frente al salvaje vulgo.
Sabemos que el TPP no tiene carácter judicial lo que no significa que no intente realizar dicha simulación; aun así, es de resaltar su capacidad de romper el cerco de información, una capacidad que si la hacemos nuestra puede ayudarnos a realizar esas redes solidarias entre los excluidos. Esto a la vez de ser una afirmación de la nula capacidad para ser el dispositivo justiciero al servicio de las distintas luchas,  es buen método para hacer saltar por los aires el monopolio de la información y para reprogramar los canales informativos, siempre y cuando se pongamos al tribunal estratégicamente al servicio de las luchas reales.
El TPP  no tiene capacidad de imponer una pena obligatoria, no tiene la capacidad de realizar un careo entre las partes y es ahí donde reside su ficción, es ahí donde reside el simulacro de uno de los aparatos de estado como lo es el tribunal. Enhorabuena que no la tenga, y enhorabuena si logramos discernir el hecho de que el TPP es un dispositivo mediador puesto en funcionamiento por una clase intelectual, moralmente sensible frente a las injusticas que se cometen a los de abajo, pero que también se escandaliza cuando la plebe no se somete y realiza actos justicieros por propia mano. A muchos los conocemos bien, muchos de los que gustan de colocarse a la izquierda del capital juegan ese papel.
Como sea, sostengo que la justicia popular está totalmente alejado de la forma “tribunal” así sea permanente o de los miles de pueblos, porque no hace sino dividir a la multitud excluida en impartidores de justicia, justiciables y ajusticiados. Porque este aparato tiene una función mediadora y la autonomía debe poner fin a la mediación, significando a su vez la insurgencia de la participación directa. Además porque entre los de arriba y los de abajo no puede haber otra mediación que no sea la de la lucha y la guerra social.

VIII. Minoría activa -es decir nosotros-: conocer las resistencias para pasar a la lucha.
Una preocupación recurrente en el medio libertario, sea cual sea la tendencia, es el grado de intervención en las luchas reivindicativas cuando estas existen.
Si nuestra voluntad como algún día se dijo es “ir al pueblo”, debemos abordar esto con espíritu nihilista y no mitificar ni pueblos, ni acciones, ni organizaciones, sino más bien poder volar todo los espejismos para propiciar insumisiones que se manifiesten desde lo más profundo de los huesos de cada quien.
En este sentido, debemos definir cuál es nuestro papel, principalmente en un ambiente donde no se tienen experiencias autonómas de expresión del conflicto. Ya de antemano debemos concebirnos como una minoría por mantener principios y objetivos elaborados, y por devenir en un continuum de lucha ya permanente, y aunque con muchos altibajos aun resistiendo.
Como sea, esta propuesta se inscribe en términos que excluyan cualquier visión directiva presente en las ideologías revolucionarias del pasado, incluyendo la anarquista. Como colectivo muy bien hemos adoptado dos visiones del zapatismo: “el caminar preguntando” y el “caminar al ritmo del más lento”. Las metáforas incluyen la forma camino, tópico que remite en todo tiempo a cuestiones éticas, morales  e incluso tácticas. Sin embargo, nos enfrentamos también ante la posibilidad de no entender cuando dar un próximo paso y caer en el quietismo; así mismo, de concebir la lucha desde una perspectiva etapista, cuando la realidad es impredecible y los conflictos se detonan por situaciones que nunca nos esperaríamos.
No debemos tener reticencias en constituirnos como un cuerpo revolucionario especifico –con todas sus implicaciones-, debemos aceptar que teniendo principios teóricos elaborados tenemos una responsabilidad –por interés propio- en la aclaración teórica y práctica, en el análisis, difusión y profundización de la lucha, así como en la localización de rupturas posibles, sin considerar que esto sea privativo de nosotros, sino más bien complementario y extensivo al conjunto del movimiento.
Es decir, lo más probable es que existan individuos o grupos que en cierto momento de tensión tengan más empuje y debemos conocerlos y participar horizontalmente, debemos dejar de pensar que somos un ente separado, iluminado por la ideología y empezar a contarnos entre los excluidos, que solo sostienen una visión muy particular.
Debemos entender que entre nosotros median relaciones de afinidad, pero que igualmente existen otras redes donde los individuos interactúan y resisten su condición de explotados sin que se manifieste un proyecto colectivo que de paso a transformaciones materiales e incluso simbólicas. Con esto surge la necesidad de ir a donde existen descontentos para que emerja una coordinación solidaria, horizontal y con autonomía entre las partes, donde nuestro papel seria el impulsar hacia la experimentación autogestiva. Por lo tanto, debemos plantearnos como involucrar a las personas que ya se encuentran en resistencia frente a la problemática socio-ambiental y concebir una manera en que estas se involucren en la Asamblea para pasar a la acción inmediata. Y por el otro, enlazar otros nodos que también resisten los abusos para entrelazar redes de apoyo mutuo y lucha. Esta es la posibilidad que nos ofrece el TPP.

Creo que debemos plantear esto en términos críticos y recuperar tres elementos indispensables: la conflictividad permanente, la autogestión y la acción directa. Claro esto no es nuevo, se encuentra ya presente en la tendencia informal anarquista, aquí la novedad, si es que hay tal, estriba en entender la acción directa -incluso la no violenta-, como un ataque físico o simbólico indistinto. Bien, si nuestra función es entrelazar redes de solidaridad entre las resistencias o destapar los silencios para pasar a la lucha, debemos afrontar esto de forma continua e incisiva contra la situación y contra los personajes que provocan el descontento. Si habremos de emprender la lucha, debemos plantearla en términos en los que no necesitemos políticos, partidos o instituciones, como ya sucedió, sino más bien buscar los medios y recursos para organizarnos y luchar. De igual manera, toda lucha debe plantearse rechazando toda mediación del adversario, sabiendo que por el momento el conflicto es meramente reivindicativo, pero que aun así se deben prefigurar y ensayar desde ya, el tipo de sociedad que vislumbramos y deseamos.