“Como el caracol que a veces se muestra y a veces no, es un espiral que crece y se hace pequeño a la vez; avanza, lento pero avanza, puerta y ventana del mundo”. Eso somos, dice el compa Salomón mientras comemos un poco de frijoles y arroz. Afuera hace frío y la neblina ahora nos abraza. En medio de la selva, alejados totalmente del resto de mundo se ha construido un mundo aparte, una realidad diferente en donde la autonomía se vive día a día.
El 24 de diciembre de 2013, saliendo de San Cristóbal,
después de más de 5 horas de camino entre las montañas llenas de curvas,
neblina y lluvia, en un camión de redilas, con el cuerpo congelado pero el
corazón bien calientito, llegamos al caracol que nos recibiría, éramos
aproximadamente 290 alumnxs de la escuelita zapatista que íbamos al caracol
Roberto Barrios. Cuando el camión se detuvo el dolor de espalda y la
incomodidad del cuerpo desaparecieron al ver frente a los camiones que nos
trasladaban a los compañeros bases de
apoyo Zapatista, esperaban nuestra llegada, a media noche en medio de la
neblina y la lluvia gritaban con sus pasamontañas llenos de rocío nocturno:
¡VIVA EL EJERCITO ZAPATISTA DE LIBERACION NACIONAL! , ¡VIVAN LAS JUNTAS DE BUEN GOBIERNO¡ En ese momento
la historia, los reportajes en los periódicos, las notas en la televisión, las
discusiones sobre el zapatismo, las lecturas, los debates; desaparecieron,
dejaban de ser algo irreal, algo lejano para convertirse en una experiencia de
vida. Ver con mis propios ojos y con
cada uno de mis sentidos un mundo diferente, un mundo donde cupimos y cabemos
muchos mundos. Lo que los medios de comunicación muestran es una mínima idea de
lo que es el movimiento.
Mientras yo escribo y tú lees esto, ellos se mantienen
ahí , resistiendo en medio de la selva, comiendo arroz, frijoles, fruta, todo
lo que la tierra les da, por eso es que la quieren tanto, cada día se levantan
tempranito a cuidarla, a ver que le hace falta, porque si no la cuidan no
comen, ellos no van al oxxo o al supermercado a comprar, ellos no “mueren” sin
internet, a ellos no les preocupan los
comentarios de Facebook; al contrario,
caminan largas distancias para comunicarse unos con otros, ocupan su tiempo en
convivir con su familia, en hacer las tareas necesarias en la casa y en la
comunidad.
Esa es la verdadera resistencia, el mantenerse ahí, en la
tierra que les heredaron sus padres, la tierra que cuidan, negándose a ser
gobernados por un estado que no les toma en cuenta y que ha querido
exterminarlos desde hace mucho tiempo. Han sido perseguidxs, desplazadxs,
amenazadxs, secuestradxs, torturadxs y asesinadxs. A don Salomón le tocó estar
desde el inicio del levantamiento, aún no puede conciliar bien el sueño, “hay
que estar atentos por los paramilitares”, dice.
Observo los dos mundos, las dos realidades, nos observo en la “lucha” en
la “resistencia” dando likes en Facebook y firmando peticiones de apoyo,
marchando y pegando carteles, pero hace falta más que eso, hace falta una
verdadera consciencia, preguntarnos quizá si de verdad se trabaja por el cambio
que tanto gritamos, para hacerlo se necesita voluntad, accionar la voluntad,
creer y crear juntxs esa nueva realidad (tal vez no como la de ellxs, lxs
zapatistas, ellxs ya tienen la suya allá en su realidad), tomar un poco más de
fuerza, llevar a cabo todas esas ideas que muchas veces se quedan solo en la
cabeza, trabajarlas, hacerlas, vencer la apatía, el conformismo, la ignorancia,
la estupidez y la mediocridad, trabajando nuestra voluntad para dejar de consumir
aquello que es innecesario, regresar a las bases, las raíces, voluntad para
evolucionar en pensamiento y en relaciones, voluntad para pensar en todxs y no
solo en mí. Trabajo y voluntad hasta que la vida la podamos vivir libremente.
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