La “idea” flor de su
tiempo*: contexto y
elaboración de la noción de partido revolucionario en Bakunin. Por
Serón Marsellesa
Si
bien es cierto las ideas de Bakunin no tuvieron grandes repercusiones
organizativas en sus años de juventud, también es cierto que su acción en las
revoluciones burguesas europeas de los 1840 le valió el reconocimiento de
varios compañeros anónimos y otros no tanto, como lo fueron Herzen, Herwegh y
Ogarev, con quienes a lo largo de su vida compartió amistad e ideas estéticas y
revolucionarias.
A
comparación de Proudhon, este no fue un escritor tan prolífico, muy al
contrario, su actividad y literatura estuvo enfocada a sistematizar y organizar
el movimiento anarquista revolucionario de la época[1],
así como al análisis crítico de su época. Poco sin embargo, puede considerarse
como una elaboración conceptual rígida y si una elaboración de principios bajo
los cuales guiar una práctica revolucionaria consecuente.
Debemos
entender que la actividad de Bakunin se vio opacada por su permanencia en las
cárceles rusas y siberianas de 1849 a 1861, hecho que por su parte le dotó de
una pasión y un impulso para desatar la más empecinada y sistemática campaña
organizativa que se conozca hasta la fecha en el anarquismo revolucionario
internacional[2].
El
“Oso de Berna” como le llamaban, paso así durante esta época de una posición
nacionalista, eslava y federalista, a un socialismo revolucionario decantado
totalmente hacia el desencadenamiento de la anarquía popular, unas veces
constructiva y otras abiertamente destructiva y con miras a una liquidación social del sistema
dominante.
Es
en 1864 cuando se sabe que después de su paso por Suecia, Paris y Londres llega
a Florencia y Nápoles con la clara intención de diseminar entre las logias
masónicas de aquellas ciudades su ideario antirreligioso.
De
aquellos años datan una serie de programas, estatutos, cartas, esbozos de
cartas y proyectos clandestinos que intentaban dar forma a lo que primero se
denominó la Fraternidad Internacional
y posteriormente la Alianza de la
Democracia Socialista.
Este
último grupo, evolución natural de la primera fraternidad, surge en 1867 a
partir de las firmes intervenciones de Bakunin y sus camaradas en la Liga de la Paz y la Libertad, donde la
democracia republicana italiana liderada por Mazzini –antiguo bonapartista- expone
sus objetivos, frente a lo cual el ruso habrá de pronunciar un discurso de gran
repercusión, mismo que posteriormente habría de ser publicado con el nombre de Federalismo, Socialismo y Antiteologismo[3].
Después
de varias deliberaciones del grupo o los grupos secretos, la Alianza
ya como una organización publica decide ingresar en 1868 a la Internacional Obrera que ya venía
organizándose principalmente en torno al Consejo General en Londres alrededor
de la figura de Karl Marx y el empuje de los obreros franceses de tendencia
proudhoniana.
Hasta
ahora no se sabe si en el seno de esa Alianza
pública coexistió un núcleo compacto de la antigua Fraternidad, es decir una
Alianza secreta, lo cierto es que
algunos manuscritos, cartas y programas así lo señalan, no tanto como una realidad
internacional sino tal vez como el deseo de un grupo compacto y muy activo,
organizado alrededor de la figura de Bakunin.
Lo
que sí sabemos es que después de las intrigas de Utin, de Marx y Engels, y de que
algunos de los papeles mencionados llegaran a sus manos, los elementos de la Alianza son expulsados en 1871 de la
Internacional, no sin antes haber consolidado alianzas y núcleos en España,
Suiza e Italia, así como fuertes influencias intelectuales en Bélgica y Francia[4].
Es
de resaltar que hombres como los hermanos Reclus, James Guillaume, Carlo Cafiero,
Farga Pellicer, Anselmo Lorenzo y Errico Malatesta dieron vida con su actividad
y aportes a las ideas del anarquismo revolucionario de la época y a la propia Alianza. Lo que a su vez harían muchos
combatientes de la Comuna de Paris, como Varlin y la propia Louise Michel, quien
posteriormente abrazaría dichas ideas por la clara influencia anárquica de Proudhon
y el aporte materialista de Bakunin.
Al
parecer esto fue un detonante claro para las expulsiones que generó el Consejo
de Londres, que bajo los auspicios de Marx decide enterrar la Internacional
mandándola a Nueva York ante las escisiones tradeunionistas, la oposición belga
liderada por Cesar De Paepe, los franceses proudhonianos y las secciones de
posición claramente bakuninista.
Solo
el Partido de la Social Democracia Alemana liderado por Liebknetch, Bebel y un
grupo en Londres se mantienen en una línea marxiana, perdiendo así la hegemonía
frente a un ala libertaria no del todo cohesionada ni con posiciones únicas.
En
el fondo la lucha por la Internacional se resume en un combate ideológico entre
una posición autoritaria y una libertaria. Esto lo tenía muy claro Bakunin, e
incluso al sistematizar la idea de organización y pasar a la acción surge así
la distinción entre la acción política de la clase obrera y la acción directa
revolucionaria que tanto pregonaba[5].
Para
la Liga de los Comunistas enclavada
en Londres pero diseminada en varios puntos de Europa principalmente en
Alemania, la organización del partido de la clase obrera resultaba de vital
importancia para la permanencia y la victoria sucesiva de sus postulados[6].
Por
ello, en el Quinto Congreso de la
Internacional de los Trabajadores de La Haya en 1872, con una mayoría
autoritaria, se resuelve no solo la aplicación de un centralismo sofocante para
la actividad de las secciones y federaciones autónomas, sino también la
ratificación del proyecto de la Liga como
línea táctica, la acción política de
la clase obrera enmarcada en partidos políticos para disputar el poder del
estado a las clases poseedoras.
Claro
que esto solo pudo ser posible con la expulsión de los Aliancistas suizos un año antes, la ausencia de la sección italiana
-que no asistió en señal de protesta por las imposiciones del Consejo General
de Londres- y de los franceses por los acontecimientos de la Comuna[7].
Así,
para la camarilla marxiana la conquista del poder político debía ser en su
momento el gran deber del proletariado, convirtiendo la Asociación Internacional de los Trabajadores en una herramienta
para la conquista del poder del estado.
Muy
al contrario el ala libertaria organizada alrededor de la Alianza de la Democracia Socialista rechazaba toda acción política
que no tuviera absolutamente por “objetivo inmediato y directo el triunfo de
los trabajadores sobre el capital”[8].
Para
Bakunin, la diferencia de la política de los partidos políticos, a la política
de los partidos revolucionarios[9],
era que mientras los partidos políticos intentan reformar y transformar el
estado, los partidos revolucionarios intentan por todos los medios la abolición
del estado y de la propia política, esta como “el arte y la ciencia de dominar
y explotar a las masas” para obtener algún privilegio sobre ellas[10].
Para
el ruso, quedaba claro en su momento que la acción política, es decir, la
participación parlamentaria e institucional “de forma inevitable arrastra y
atrapa a sus partidarios, bajo el pretexto de la táctica política, a
compromisos incesantes con los gobiernos y los partidos políticos”[11].
Al
contrario, la idea de partido
revolucionario que sostenía el autor, mantenía la idea de autonomía y la
provocaba en los hechos al impulsar la “ruptura completa con todos los
gobiernos y todas las variedades de la política burguesa, dejando como único
camino la revolución social”[12].
Para
esto, decía, la tarea del partido de la revolución debía ser buscar la
organización social y anti-política del proletariado urbano y rural,
organizando en la práctica las fuerzas populares con el objetivo de destruir o
liquidar el estado y, para que los distintos grupos sociales convencidos se organicen
libremente de abajo a arriba.
Está
tal vez por demás indicar que la organización social y anti-política se refiere
a todas la relaciones, redes, grupos y sociedades que surgen espontáneamente no
para el gobierno de unos sobre otros, sino para el desarrollo cultural,
espiritual, artístico, económico y organizativo de la vida social.
El
objetivo de los anarquistas entonces sería el “despertar, agrupar y organizar
las fuerza populares”[13],
no en base a órdenes o mandatos, sino a causa de “elaborar, aclarar y propagar
ideas acordes con el instinto popular” y además el “contribuir con sus
esfuerzos incesantes a la organización del poder natural de las masas, pero
nada más…”[14],
y bien decía que el resto debía y podía ser hecho por las propias masas
insurrectas.
Como
vemos, la organización de una minoría revolucionaria encarnada en la Alianza de la Democracia Socialista, se
gestó por la necesidad de brindar a la Internacional un impulso revolucionario
más allá de los cauces institucionales y con el claro objetivo de desencadenar
una revolución social en la Europa de la segunda mitad de los 1800.
Estos
eran a nuestro parecer, la parte más avanzada de la juventud y de los
revolucionarios de la época, a tal punto de tener una importante participación,
pero a su vez fatídica, en los acontecimientos de la Comuna de Paris y fundar toda
una tendencia dentro de los movimientos sociales posteriores.
No
es la finalidad de este escrito el realizar una lectura acrítica de los hechos
y efectuar una interpretación descontextualizada de los mismos, tratando de
traspasar la realidad europea de aquella época a la nuestra y las teorías elaboradas
al calor de aquellos acontecimientos como si fueran doctrinas, más bien la
intención estriba en reconocer las afinidades y las líneas de pensamiento que
de una u otra forma se encuentran presentes ya sea como influencias ideológicas
e incluso como pautas en nuestro actuar.
Por
último, quisiéramos dejar una cita del propio Bakunin en el que con todo temple
advierte sobre el tipo de tarea que le correspondía a su organización, una
tarea que se antoja titánica, no solo de crítica al sistema dominante, sino
también de aquellos que se dicen revolucionarios y sobre todo hacia la acción
de la propia organización y hacia uno mismo:
“Una
tarea enorme le corresponde a la organización: no solo preparar el triunfo de
la revolución por la propaganda y la unión de las fuerza populares; no solo
destruir en totalidad, con el poder de esta revolución, todo el orden
económico, social y político existente; sino que además, tras vivir el triunfo…
al día siguiente de la victoria popular, debe imposibilitar el establecimiento
de todo poder estatal sobre el pueblo, hasta un poder que sería en apariencia
el más revolucionario, incluyendo el suyo…”[15].
* El titulo evoca a la afirmación de Proudhon
quien sostiene que “el ideal no es sino
la flor, cuyas raíces están enterradas en las condiciones materiales de la
existencia” en Fernández Paniagua, José María (2008) El materialismo de Bakunin
o el verdadero idealismo. Periódico anarquista Tierra y Libertad Núm. 250,
visto en:
http://www.acracia.org/Acracia/El_materialismo_de_Bakunin.html
[1] Bakunin, Mijaíl (1978) Escritos de Filosofía Política
Vol. 1. Comp.
G.P. Maximoff. Ed. Alianza. España.
[2]Podemos decir que han existido campañas organizativas con
grandes repercusiones a nivel internacional: a nuestro parecer se encuentra la
de Bakunin con un impacto importante y que continuarían hombres como Malatesta
y Kropotkin entre otros, reorganizando la antigua Alianza, desde la muerte de
Bakunin hasta principios de los 1900; la anarcosindicalista desde el congreso
de Amsterdam de 1907, la aparición de la AIT con su auge y declive en
1937; la Plataforma Organizacional de
los Comunista Libertarios de origen Makhnovista con seguidores en la España de
1937 con los Amigos de Durruti y en la
Francia de antes de la 2da guerra mundial y después, con clara vocación
dirigista y con participación importante en el nuevo siglo principalmente en
los medios electrónicos, algo o mucho hay de bakuninismo en esta tendencia; y
la tendencia informal con un crecimiento importante desde finales de 1970 y
hasta la fecha, esta es a mi parecer con ciertos matices la más apegada a la
visión de Bakunin, aunque también, al igual que el Plataformismo, suele caer en
el dogmatismo teórico y pragmático.
[3] Bakunin, Mijail (1868) en:
http://creandopueblo.files.wordpress.com/2011/08/bakunin-federalismosocialismoyantiteologismo.pdf
[4] Nettlau, Max. La Anarquia a través de los Tiempos.
En: http://www.kclibertaria.comuv.com/lpdf/l063.pdf
[5] Garcia, Victor (1978). La Internacional Obrera. Ed.
Jucar. España.
[6] Para todos es conocido la importancia que revestía
para Marx el hecho de que sus teorías ganaran terreno en la realidad a través
de hechos explícitos, en la carta del 20 de julio de 1870 a Engels decía
“que... su (de la clase obrera alemana) supremacía en el teatro mundial sobre
la francesa sería al mismo tiempo la supremacía de nuestra teoría sobre la de
Proudhon”. Tal era el pensamiento ególatra y ciertamente poco abocado a la
causa del que fuera uno de los grandes críticos del sistema capitalista.
[7] Garcia,
Victor (1978) Op. Cit.
[8] Bakunin,
Mijail (2011). La Libertad. Ed. La
Voz de la An-arquia. Mexico.
[9] Era común en el siglo XlX utilizar la palabra partido
para designar las ideologías antes que los hombres y los aparatos que las
encarnaban.
[10] Bakunin, Mijaíl (1978) Escritos de Filosofía Política
Vol. 2. Comp. G.P. Maximoff. Ed.
Alianza. España. Pág. 79.
[11] Bakunin, Mijaíl (1978) Op. cit.
Pág. 44.
[12] Ibidem.
[13] Mintz, Frank. ¿Obrar desde la base o acatar órdenes
de supuestos sabios?: Breves reflexiones actuales sobre organizaciones de tipo
bakuninista o autoritario. Pág., 2. En: http://www.fondation-besnard.org/spip.php?article1570
[14] Bakunin, Mijaíl (1978) Op. cit.
Pág.163.
[15] Mintz, Frank. Op.
Cit. Págs., 3y 4.
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