lunes, 9 de junio de 2014

La “idea” flor de su tiempo*: contexto y elaboración de la noción de partido revolucionario en Bakunin.

La “idea” flor de su tiempo*: contexto y elaboración de la noción de partido revolucionario en Bakunin. Por Serón Marsellesa

Si bien es cierto las ideas de Bakunin no tuvieron grandes repercusiones organizativas en sus años de juventud, también es cierto que su acción en las revoluciones burguesas europeas de los 1840 le valió el reconocimiento de varios compañeros anónimos y otros no tanto, como lo fueron Herzen, Herwegh y Ogarev, con quienes a lo largo de su vida compartió amistad e ideas estéticas y revolucionarias.
A comparación de Proudhon, este no fue un escritor tan prolífico, muy al contrario, su actividad y literatura estuvo enfocada a sistematizar y organizar el movimiento anarquista revolucionario de la época[1], así como al análisis crítico de su época. Poco sin embargo, puede considerarse como una elaboración conceptual rígida y si una elaboración de principios bajo los cuales guiar una práctica revolucionaria consecuente.
Debemos entender que la actividad de Bakunin se vio opacada por su permanencia en las cárceles rusas y siberianas de 1849 a 1861, hecho que por su parte le dotó de una pasión y un impulso para desatar la más empecinada y sistemática campaña organizativa que se conozca hasta la fecha en el anarquismo revolucionario internacional[2].
El “Oso de Berna” como le llamaban, paso así durante esta época de una posición nacionalista, eslava y federalista, a un socialismo revolucionario decantado totalmente hacia el desencadenamiento de la anarquía popular, unas veces constructiva y otras abiertamente destructiva y con miras a una liquidación social del sistema dominante.
Es en 1864 cuando se sabe que después de su paso por Suecia, Paris y Londres llega a Florencia y Nápoles con la clara intención de diseminar entre las logias masónicas de aquellas ciudades su ideario antirreligioso.
De aquellos años datan una serie de programas, estatutos, cartas, esbozos de cartas y proyectos clandestinos que intentaban dar forma a lo que primero se denominó la Fraternidad Internacional y posteriormente la Alianza de la Democracia Socialista.
Este último grupo, evolución natural de la primera fraternidad, surge en 1867 a partir de las firmes intervenciones de Bakunin y sus camaradas en la Liga de la Paz y la Libertad, donde la democracia republicana italiana liderada por Mazzini –antiguo bonapartista- expone sus objetivos, frente a lo cual el ruso habrá de pronunciar un discurso de gran repercusión, mismo que posteriormente habría de ser publicado con el nombre de Federalismo, Socialismo y Antiteologismo[3].
Después de varias deliberaciones del grupo o los grupos secretos, la Alianza  ya como una organización publica decide ingresar en 1868 a la Internacional Obrera que ya venía organizándose principalmente en torno al Consejo General en Londres alrededor de la figura de Karl Marx y el empuje de los obreros franceses de tendencia proudhoniana.
Hasta ahora no se sabe si en el seno de esa Alianza pública coexistió un núcleo compacto de la antigua Fraternidad, es decir una Alianza secreta, lo cierto es que algunos manuscritos, cartas y programas así lo señalan, no tanto como una realidad internacional sino tal vez como el deseo de un grupo compacto y muy activo, organizado alrededor de la figura de Bakunin.
Lo que sí sabemos es que después de las intrigas de Utin, de Marx y Engels, y de que algunos de los papeles mencionados llegaran a sus manos, los elementos de la Alianza son expulsados en 1871 de la Internacional, no sin antes haber consolidado alianzas y núcleos en España, Suiza e Italia, así como fuertes influencias intelectuales en Bélgica y Francia[4]
Es de resaltar que hombres como los hermanos Reclus, James Guillaume, Carlo Cafiero, Farga Pellicer, Anselmo Lorenzo y Errico Malatesta dieron vida con su actividad y aportes a las ideas del anarquismo revolucionario de la época y a la propia Alianza. Lo que a su vez harían muchos combatientes de la Comuna de Paris, como Varlin y la propia Louise Michel, quien posteriormente abrazaría dichas ideas por la clara influencia anárquica de Proudhon y el aporte materialista de Bakunin.
Al parecer esto fue un detonante claro para las expulsiones que generó el Consejo de Londres, que bajo los auspicios de Marx decide enterrar la Internacional mandándola a Nueva York ante las escisiones tradeunionistas, la oposición belga liderada por Cesar De Paepe, los franceses proudhonianos y las secciones de posición claramente bakuninista.
Solo el Partido de la Social Democracia Alemana liderado por Liebknetch, Bebel y un grupo en Londres se mantienen en una línea marxiana, perdiendo así la hegemonía frente a un ala libertaria no del todo cohesionada ni con posiciones únicas.
En el fondo la lucha por la Internacional se resume en un combate ideológico entre una posición autoritaria y una libertaria. Esto lo tenía muy claro Bakunin, e incluso al sistematizar la idea de organización y pasar a la acción surge así la distinción entre la acción política de la clase obrera y la acción directa revolucionaria que tanto pregonaba[5].
Para la Liga de los Comunistas enclavada en Londres pero diseminada en varios puntos de Europa principalmente en Alemania, la organización del partido de la clase obrera resultaba de vital importancia para la permanencia y la victoria sucesiva de sus postulados[6].
Por ello, en el Quinto Congreso de la Internacional de los Trabajadores de La Haya en 1872, con una mayoría autoritaria, se resuelve no solo la aplicación de un centralismo sofocante para la actividad de las secciones y federaciones autónomas, sino también la ratificación del proyecto de la Liga como línea táctica, la acción política de la clase obrera enmarcada en partidos políticos para disputar el poder del estado a las clases poseedoras.
Claro que esto solo pudo ser posible con la expulsión de los Aliancistas suizos un año antes, la ausencia de la sección italiana -que no asistió en señal de protesta por las imposiciones del Consejo General de Londres- y de los franceses por los acontecimientos de la Comuna[7].
Así, para la camarilla marxiana la conquista del poder político debía ser en su momento el gran deber del proletariado, convirtiendo la Asociación Internacional de los Trabajadores en una herramienta para la conquista del poder del estado.
Muy al contrario el ala libertaria organizada alrededor de la Alianza de la Democracia Socialista rechazaba toda acción política que no tuviera absolutamente por “objetivo inmediato y directo el triunfo de los trabajadores sobre el capital”[8].
Para Bakunin, la diferencia de la política de los partidos políticos, a la política de los partidos revolucionarios[9], era que mientras los partidos políticos intentan reformar y transformar el estado, los partidos revolucionarios intentan por todos los medios la abolición del estado y de la propia política, esta como “el arte y la ciencia de dominar y explotar a las masas” para obtener algún privilegio sobre ellas[10].
Para el ruso, quedaba claro en su momento que la acción política, es decir, la participación parlamentaria e institucional “de forma inevitable arrastra y atrapa a sus partidarios, bajo el pretexto de la táctica política, a compromisos incesantes con los gobiernos y los partidos políticos”[11].
Al contrario,  la idea de partido revolucionario que sostenía el autor, mantenía la idea de autonomía y la provocaba en los hechos al impulsar la “ruptura completa con todos los gobiernos y todas las variedades de la política burguesa, dejando como único camino la revolución social”[12].
Para esto, decía, la tarea del partido de la revolución debía ser buscar la organización social y anti-política del proletariado urbano y rural, organizando en la práctica las fuerzas populares con el objetivo de destruir o liquidar el estado y, para que los distintos grupos sociales convencidos se organicen libremente de abajo a arriba.
Está tal vez por demás indicar que la organización social y anti-política se refiere a todas la relaciones, redes, grupos y sociedades que surgen espontáneamente no para el gobierno de unos sobre otros, sino para el desarrollo cultural, espiritual, artístico, económico y organizativo de la vida social.
El objetivo de los anarquistas entonces sería el “despertar, agrupar y organizar las fuerza populares”[13], no en base a órdenes o mandatos, sino a causa de “elaborar, aclarar y propagar ideas acordes con el instinto popular” y además el “contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organización del poder natural de las masas, pero nada más…”[14], y bien decía que el resto debía y podía ser hecho por las propias masas insurrectas.
Como vemos, la organización de una minoría revolucionaria encarnada en la Alianza de la Democracia Socialista, se gestó por la necesidad de brindar a la Internacional un impulso revolucionario más allá de los cauces institucionales y con el claro objetivo de desencadenar una revolución social en la Europa de la segunda mitad de los 1800.
Estos eran a nuestro parecer, la parte más avanzada de la juventud y de los revolucionarios de la época, a tal punto de tener una importante participación, pero a su vez fatídica, en los acontecimientos de la Comuna de Paris y fundar toda una tendencia dentro de los movimientos sociales posteriores.
No es la finalidad de este escrito el realizar una lectura acrítica de los hechos y efectuar una interpretación descontextualizada de los mismos, tratando de traspasar la realidad europea de aquella época a la nuestra y las teorías elaboradas al calor de aquellos acontecimientos como si fueran doctrinas, más bien la intención estriba en reconocer las afinidades y las líneas de pensamiento que de una u otra forma se encuentran presentes ya sea como influencias ideológicas e incluso como pautas en nuestro actuar.
Por último, quisiéramos dejar una cita del propio Bakunin en el que con todo temple advierte sobre el tipo de tarea que le correspondía a su organización, una tarea que se antoja titánica, no solo de crítica al sistema dominante, sino también de aquellos que se dicen revolucionarios y sobre todo hacia la acción de la propia organización y hacia uno mismo:

“Una tarea enorme le corresponde a la organización: no solo preparar el triunfo de la revolución por la propaganda y la unión de las fuerza populares; no solo destruir en totalidad, con el poder de esta revolución, todo el orden económico, social y político existente; sino que además, tras vivir el triunfo… al día siguiente de la victoria popular, debe imposibilitar el establecimiento de todo poder estatal sobre el pueblo, hasta un poder que sería en apariencia el más revolucionario, incluyendo el suyo…”[15].

*  El titulo evoca a la afirmación de Proudhon quien sostiene que  “el ideal no es sino la flor, cuyas raíces están enterradas en las condiciones materiales de la existencia” en Fernández Paniagua, José María (2008) El materialismo de Bakunin o el verdadero idealismo. Periódico anarquista Tierra y Libertad Núm. 250, visto en:   
http://www.acracia.org/Acracia/El_materialismo_de_Bakunin.html




[1] Bakunin, Mijaíl (1978) Escritos de Filosofía Política Vol. 1. Comp. G.P. Maximoff. Ed. Alianza. España.

[2]Podemos decir que han existido campañas organizativas con grandes repercusiones a nivel internacional: a nuestro parecer se encuentra la de Bakunin con un impacto importante y que continuarían hombres como Malatesta y Kropotkin entre otros, reorganizando la antigua Alianza, desde la muerte de Bakunin hasta principios de los 1900; la anarcosindicalista desde el congreso de Amsterdam de 1907, la aparición de la AIT con su auge y declive en 1937;  la Plataforma Organizacional de los Comunista Libertarios de origen Makhnovista con seguidores en la España de 1937 con los Amigos de Durruti y en la Francia de antes de la 2da guerra mundial y después, con clara vocación dirigista y con participación importante en el nuevo siglo principalmente en los medios electrónicos, algo o mucho hay de bakuninismo en esta tendencia; y la tendencia informal con un crecimiento importante desde finales de 1970 y hasta la fecha, esta es a mi parecer con ciertos matices la más apegada a la visión de Bakunin, aunque también, al igual que el Plataformismo, suele caer en el dogmatismo teórico y pragmático.

[3] Bakunin, Mijail (1868) en: http://creandopueblo.files.wordpress.com/2011/08/bakunin-federalismosocialismoyantiteologismo.pdf

[4] Nettlau, Max. La Anarquia a través de los Tiempos. En: http://www.kclibertaria.comuv.com/lpdf/l063.pdf

[5] Garcia, Victor (1978). La Internacional Obrera. Ed. Jucar. España.

[6] Para todos es conocido la importancia que revestía para Marx el hecho de que sus teorías ganaran terreno en la realidad a través de hechos explícitos, en la carta del 20 de julio de 1870 a Engels decía “que... su (de la clase obrera alemana) supremacía en el teatro mundial sobre la francesa sería al mismo tiempo la supremacía de nuestra teoría sobre la de Proudhon”. Tal era el pensamiento ególatra y ciertamente poco abocado a la causa del que fuera uno de los grandes críticos del sistema capitalista.

[7] Garcia, Victor (1978) Op. Cit.

[8] Bakunin, Mijail (2011). La Libertad. Ed. La Voz de la An-arquia. Mexico.

[9] Era común en el siglo XlX utilizar la palabra partido para designar las ideologías antes que los hombres y los aparatos que las encarnaban.

[10] Bakunin, Mijaíl (1978) Escritos de Filosofía Política Vol. 2.  Comp. G.P. Maximoff. Ed. Alianza. España. Pág. 79.

[11] Bakunin, Mijaíl (1978)  Op. cit. Pág. 44.

[12] Ibidem.

[13] Mintz, Frank. ¿Obrar desde la base o acatar órdenes de supuestos sabios?: Breves reflexiones actuales sobre organizaciones de tipo bakuninista o autoritario. Pág., 2. En: http://www.fondation-besnard.org/spip.php?article1570

[14] Bakunin, Mijaíl (1978)  Op. cit. Pág.163.

[15] Mintz, Frank. Op. Cit. Págs., 3y 4.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario