Los días pasan y las discusiones se avivan, los comentarios
surgen al calor de las manifestaciones y muchos jóvenes de la
“pseudo-intelectualidad” pos-moderna y desencantada lanzan comentarios como:
“no van a lograr nada”; “el estado mexicano es invencible”; “la revolución es
imposible; “las manifestación solo son desfiles bien portados”; “no todos somos
Ayotzinapa, bola de nacos”; o la que más ha provocado discusión , “no entiendo
por qué en las marchas tenemos que mencionar las reformas neoliberales cuando la
marcha solo es por los desaparecidos”.
Como sea, nosotros pensamos que es imposible prever las
consecuencias de una lucha, afirmar la omnipotencia del estado, o la reacción
de una multitud al calor de un acontecimiento como el de Ayotzinapa. De igual manera,
pensamos inútil enfocarnos en cambiar las opiniones de quienes se encuentran
atravesados por una mentalidad hiper-individualista, consumista y nublada por
la simulación de la cultura virtual.
En su lugar, preferimos sentir y pensar que no somos los
únicos en este mar perverso de servidumbre voluntaria y que no estamos solos al
levantar la voz y expresar nuestra voluntad contra las injusticias que comete
el Estado mexicano. Nosotros decimos, que no sabemos quiénes son nuestros
aliados en esta lucha y que se necesita una tormenta social como la que hoy
vivimos para descubrirlo. Que podemos auto-organizarnos para extender la lucha
y realizar una crítica total y entusiasta a nuestro actual modo de vivir que se
ajusta a las perversidades del sistema.
En este sentido, ver la desaparición y asesinato de
normalistas en Guerrero como un hecho aislado y sin relación con lo que sucede
en el país, se disuelve ante su propia debilidad reduccionista y reflexiva.
A estas alturas debemos advertir, que por muchos años los
estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidoro Burgos” se
han puesto de lado del pueblo y han practicado una verdadera educación científica,
gratuita y popular. Además, estos luchadores de la Normal Rural han demostrado
a partir de la acción directa, su aversión total ante el sistema capitalista
neoliberal y el Estado mexicano
Así mismo, los compañeros constituyen un brazo poderoso de la
lucha social en nuestro país; brazo que se ha opuesto a las reformas
neoliberales, tanto en la educación como en los energéticos y, las otras que se
han orquestado desde la imposición de Peña Nieto.
Es por eso que los asesinaron y los desaparecieron, no
porque en Guerrero haya un vacío de poder como pretenden hacérnoslo creer los
medios de propaganda como TELEVISA y TV Azteca. Sino porque este es el móvil
represivo de este narco-gobierno, mismo que institucionalmente viste de policía
y militar, pero que extiende sus tentáculos hasta lo más recóndito de los
carteles del narcotráfico para utilizarlos como brazos paramilitares de
represión y terror clasista.
Es un error pensar que un hecho particular como los
desaparecidos de Ayotzinapa, no guarda relación con otras fechorías e
injusticias que se cometen en este país. Sin embargo, creemos también que parte
del éxito de este sistema político y económico consiste en lograr mantener el
holograma de la separación y la particularidad de los hechos. En base a ello,
han logrado que creamos que nos encontramos divididos en categorías como la de
estudiante, obrero, ama de casa, homosexual, inmigrante, etc.; mientras allá
arriba actúan en consenso con una clara conciencia de su condición de clase
dirigente.
Por el contrario, creemos que el éxito de nuestra protesta
debe radicar en la capacidad de hacer una crítica coherente de las canalladas
que están sucediendo; en la capacidad de hacer relaciones entre las cosas, para
comprender al sistema que las produce, y a su vez los efectos particulares del
poder: como las desapariciones; los despojos; la progresiva precarización de la
vida; la represión; la disminución de los planes de estudio; el deterioro
ambiental; etc., etc., etc. Así mismo, en la superación de los roles y
obligaciones bajo los cuales el sistema nos tiene dispersos y separados.
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